La Mahler Chamber Orchestra es una brillante formación fundada en 1997 por el legendario director italiano Claudio Abbado junto a miembros de la Orquesta Juvenil Gustav Mahler que, frustrados por tener que abandonar esa formación por llegar a la edad límite para permanecer en ella, decidieron crear otra orquesta para continuar tocando juntos. Formada, básicamente, por unos 50 músicos, la orquesta mantiene colaboraciones con músicos de alto nivel, como Minkowski o Jonas Kaufmann.
A Sevilla acude dirigida por una de las grandes batutas europeas, el italiano Daniele Gatti (1961), quien ha sido titular de la Ópera de Zurich, la Nacional de Francia y la Concertgebouw.
En atriles, un programa sabiamente combinado que gira alrededor de la herencia y el retorno al clasicismo que, en la Europa de los años 20 y 30, desplegó el movimiento neoclásico. Para empezar, la chispeante, ligera y danzante Sinfonía Clásica, que Serguéi Prokófiev estrenó en 1918, una de sus piezas más populares. En cierto modo, Prokófiev nos propone el juego de imaginar cómo sonaría, con algunas variaciones, una sinfonía de Haydn compuesta en pleno siglo XX. El resultado es jubiloso.
La Sinfonía Concertante Hob 1/105 de Joseph Haydn, obra de 1792, pertenece ya a la primera estancia del compositor en Londres. Concebida para el lucimiento de sus cuatro solistas -violín, chelo, oboe y fagot-, es una obra sencilla, pero muy divertida, que alterna acentos dramáticos con burlescos.
Por último, la Sinfonía en do mayor de Ìgor Stravinski, acabada en California en 1940, es una pieza radicalmente antimodernista concebida, paradójicamente, por el compositor más innovador y rupturista de los inicios del siglo XX. Finísimo ejercicio formal, alternativamente brusca como radiante de gracia, sobre el modelo de Haydn y Beethoven, se convierte no en una extensión del modelo clásico sino en su transformación.