En esta nueva adaptación de Emilio Sagi de la inmortal obra de Mozart, Sevilla no es un mero decorado de trasfondo, sino que actúa como “un personaje más”, como el motor teatral de una ciudad de ópera.
Las bodas de Fígaro de Sagi despliegan su laberinto de pasiones, infidelidades y conflicto entre clases sociales en la encrucijada de los cambios del siglo XVIII que anuncian un tiempo nuevo. La primera colaboración de Mozart con su libretista Da Ponte es un prodigio de penetración psicológica, lenguaje innovador y arias bellísimas que se prenden al oído para no abandonarlo nunca.
Las bodas de Fígaro es un preciso mecanismo de ensemble: un artefacto intensamente coral que requiere un excelente elenco. El Maestranza lo tiene. Un compacto reparto internacional encabezado por el barítono Alessio Arduini, la soprano Natalia Labourdette y el barítono Vittorio Prato bajo la batuta de Corrado Rovaris, director musical de la Ópera de Filadelfia que en 2019 ya triunfó en el Maestranza con su punzante dirección del Don Pasquale de Donizetti, se enfundan en la puesta en escena del siempre elegante y transparente Emilio Sagi, a quien el Teatro de la Maestranza aguarda con expectación tras la imposibilidad de ofrecer su anhelada visión de Carmen en 2021. Ahora Sagi vuelve a Sevilla para iluminar otro de esos rompecabezas mozartianos que, así que pasen los años, siguen mostrando ángulos nuevos.