GRANADA EXPERIENCE 2018.
Desde que Zenet se subió por primera vez a un escenario hasta hoy, han pasado los suficientes años como para que sepamos que no estamos ante un fenómeno producido por una moda pasajera. Menos aún ante un frío producto de las técnicas de marketing. Zenet ha sabido buscar a su público -y encontrarlo- para ofrecerle un proyecto artístico auténtico, personal, sólido y coherente, no un castillo de fuegos artificiales de los que se apagan conforme pasa el primer relumbrón.
Han pasado ya ocho años desde que salió a la palestra el primer álbum de Zenet “Los Mares de China”. Sonaba distinto y sonaba bien, y se hizo dueño por derecho de un terreno que nadie pisaba. En un momento en que la industria musical pasaba –y pasa- por un momento tremendamente delicado, Zenet se hizo con su público, su público con él, y aún permanecen juntos. A pesar de las dificultades que existen hoy día para la promoción musical, los adictos a Zenet saben esperarle y reencontrarle en cada nuevo trabajo, en cada nueva gira, con una fidelidad que sólo es posible cuando se trabaja duro, sin trampa ni cartón, con autenticidad y talento. Cuando el artista sabe respetar a su público tanto como a sí mismo.
En aquel primer álbum, se trenzaron con acierto el lenguaje del jazz, el universo sonoro latino, la resonancia de las músicas de medio mundo, las letras del inseparable Javier Laguna y la personal manera de sentir la música y los textos de Zenet, en colaboración con el imprescindible José Taboada, guitarrista y auténtico “alter ego” musical del cantante… así como el riesgo de una grabación casi artesanal que, a mi modo de ver –lejos de perjudicar el trabajo- , impregna el disco de un ambiente espontáneo y natural que se convirtió en parte importante de su atractiva personalidad. “Los Mares de China” obtuvo el Premio de la Música al mejor Artista Revelación. Un reconocimiento al que siguió, dos años después, en 2010, el premio al Mejor Disco de Fusión por “Todas las Calles”. La trilogía se cierra en 2012 con “La Menor Explicación” en el que Zenet se adentra por la senda iniciada en sus dos primeros álbumes, abriendo su abanico musical desde la copla al jazz; de los suaves ecos de la bossa a los brillantes compases de una Big Band.
Han tenido que pasar cuatro años para que Zenet pusiera a punto su nuevo proyecto: “Si sucede, conviene”, un trabajo en que ha querido salir de su “zona de confort”, laboriosamente lograda en su trilogía inicial, para emprender nuevos caminos acompañado de nuevos ritmos, nuevos géneros, nuevas experiencias de un artista que ha sabido madurar, pero que se niega a estancarse tanto como a dejar de aprender y evolucionar. Sin duda una buena noticia. Una nueva etapa, primera de otras muchas, en un recorrido artístico al que felizmente aún le queda mucho camino por delante. Esto no ha hecho más que empezar…