El sueño de la infancia más recurrente pasa por ser astronauta y surcar el cosmos. En eso, el pequeño Alfons no se diferencia demasiado del resto de niños de once años, pero sí en la forma de emprender su sueño. Algo torpe y obsesionado con la ingeniería aeroespacial, pero de una inteligencia a prueba de todos aquellos que quieren convertirle en un chico “normal” (incluido su padre), Alfonso considera que los injustos profesores, los compañeros de clase y su familia están empeñados en hacerle la vida aún más miserable.