Agapito y Venancio, un par de viejos jugueteros a punto de jubilarse, ultiman en su taller un juego de piezas de El Soldadito de Plomo cuando reciben la visita de una aspirante a aprendiz. Cuando los ancianos descubren que la joven no conoce el cuento de el Soldadito de Plomo ni casi ninguno de los cuentos clásicos, deciden ilustrar a la principiante con su particular versión del relato de Hans Christian Andersen.
La obra de teatro reivindica el valor de los juguetes clásicos por su capacidad para estimular la imaginación de los menores y su creatividad.