DE MELISA CALERO
Una pieza para un solo intérprete, para sala y espacios no convencionales.
Se crea como necesidad de hablar de la danza como medio de superación. Una herramienta para no tener miedo a vivir. Un desafío, y un «desafino». La artista, y en este caso, la bailaora, tiene que lidiar con la precariedad de las circunstancias, y esto la convierte en un ser extraño, como si viniera de otro mundo.