El verbo se configura como una ceremonia pagana, marcada por lo vivencial, en la que el gesto y la acción física se transforman en ritual. Celebra la vida y la muerte como un carnaval de acontecimientos que marcan la identidad cultural de los pueblos dentro del contexto social y folclórico del pensamiento colectivo. Rastrea otras formas de pensar, sentir y representar la vida, ahondando en la relación entre cultura y territorio, transformando el gesto y la acción física en ritual, creando la partitura coreográfica en relación a la sonoridad de los cuerpos, resignificando todo lo grabado en la escritura del cuerpo, el oxígeno, la carne, las vísceras y la piel: palpitantes, cercanos, inextinguibles.