Durante el primer día de la Creación, Dios crea a Adán, que aburrido a los pocos minutos de su soledad en el Paraíso, demanda a su creador una compañía.
Por el módico precio de una costilla, el Creador lo único que puede ofrecer a su hijo es otro hombre, Evo.
La pareja discute por las tareas domésticas y es entonces cuando Dios “contrata” para sus hijos, Adán y Evo, los servicios de un jardinero que deberá cuidar del Edén.
Evo, enamorado, no puede evitar dejarse atraer por el trabajador y Dios decide entonces castigar a toda la Humanidad con la Mortalidad, condenando al jardinero a convertirse en la Muerte siendo advertido de su obligación de cumplir con la única Ley:
“Nadie podrá morir sin antes haber plantado un árbol, escrito un libro y tenido un hijo” .
En la actualidad, Adán es un autónomo electricista casado con Evo. La Muerte se reencuentra nuevamente con la pareja dispuesta a cumplir con sus divinas obligaciones.