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De El perro negro.
La obra parte de textos de Antón Chéjov y plantea como escenario el Moscú del año 1920. En octubre de 1917 la Revolución Rusa ha convertido una sociedad anclada en el feudalismo en una república donde la aparición de una nueva clase media desmorona todo el entramado social de antiguos esclavos, obreros, terratenientes, aristócratas y zares. Se instala un nuevo gobierno que comienza a reclamar todo por y para el pueblo, tanto tiempo explotado. Toda la tensión que crea esta situación desemboca en una feroz guerra civil de “Rojos” contra “Blancos” que termina con el triunfo del Ejército Rojo, con Lenin a la cabeza, en 1921.
En este mar de incertidumbres, dos seres extremadamente humanos tropiezan en una cafetería de Moscú. Son Sonya Serevriakova (sobrina de Tío Vania) y Andrey Prozorov (hermano de tres hermanas). Ella está de visita en la capital para tratar cuestiones referentes a sus tierras, ya que pertenece a una familia que siempre vivió del campo y ahora se encuentra en una situación incierta con respecto a sus posesiones. Él trabaja en la Opera de Moscú como violinista. Hijo de un general, se dedicó desde muy temprana edad a la música. O eso es lo que parece. Apariencias, viejas costumbres, mentiras y una tundra interminable de soledad que se extiende delante de ellos.
La compañía de teatro El perro negro está formado por Silvia Costa y Carlos de Austria, quienes se han unido por su común interés en la forma de trabajar los textos y cuidar los detalles de cada puesta en escena. Buscan historias, sean clásicas o contemporáneas, que les lleven a profundizar en los comportamientos humanos, que tenga un mensaje universal que produzca en el espectador dudas y cuestionamientos.