El celoso extremeño es Filipo de Carrizales, un hidalgo extremeño que, habiendo despilfarrado toda su fortuna y viéndose pobre a sus casi cuarenta años, decide partir a las Indias a emprender una nueva vida. En veinte años de estancia amasa una gran fortuna y vuelve a España para acabar sus últimos días. Si bien se propone no casarse, debido a su condición celosa y sus 68 años, acaba desposándose con una niña de catorce años. La obsesión de sus celos le lleva a construir una mansión a modo de cárcel donde encierra a su joven esposa con sus criadas y esclavas, guardadas por un esclavo eunuco al que prohíbe acceder a la parte de la casa donde están las damas.
Loaysa, un joven vividor, se propone conquistar la casa y a su dueña. Para ello se gana la confianza del esclavo con la promesa de enseñarle a tocar la guitarra. Una vez franqueada la casa, el joven proporciona a Leonora una droga para dormir al viejo Carrizales. La dueña hace de intermediaria entre Loaysa y Leonora con el fin de gozar también del joven músico. Leonora se resiste al acoso de Loaysa, y quedan dormidos sin más consecuencias. Al despertar, Carrizales ve a su mujer en los brazos del joven, y se dispone a castigar el supuesto adulterio con la sangre de los amantes y la servidumbre. Pero del disgusto cae enfermo y en su lecho de muerte da permiso a Leonora para que se case con Loaysa, pero ella opta tomar los hábitos, y el seductor Loaysa acaba emigrando a las Indias.