La compañía de Eva Yerbabuena regresa con una amalgama de inspiración impresionista influenciada por la raíz más ortodoxa y clásica del flamenco.
La bailaora granadina nacida en Frankfurt, cuya última visita al Cervantes fue en 2013 con ¡Ay!, viaja en esta ocasión desde lo complejo y distanciado hasta lo simple y pasional a través de la danza, la música, la voz, la palabra y la luz.