En Luz sobre las cosas, Weickert plantea la construcción de atmósferas y universos que le emocionan y le conmocionan, construidos y habitados, necesariamente, por cuerpos de todas las edades, condiciones, entrenamientos y realidades.
Es la pureza y el vigor, el estado de energía casi sagrada que Pasolini decía ver en los personajes de Fellini – llenos de vitalidad y hasta alegría para vivir a pesar de sus cargas respectivas de muerte e inconsciencia -, los que dan unidad y coherencia a este espectáculo.