Nada nuevo bajo el sol: un drama familiar. Un despiadado juego de búsqueda y captura de recuerdos. "La familia es un imán que merece estar enterrado para que nunca sintamos la necesidad de ir en su busca", lema de la obra. Y a destripar, a centrifugar sentimientos. Cierto o no, el subsuelo de aquella corte de Hamlet perdura entre nosotros y nos sigue animando a colocar el concepto de familia al borde del acantilado. Cuatro hermanastros: Jacob, Ruth, Matthew y Samuel se reúnen en un lugar remoto para rememorar, desde el dolor y el suspense, pasajes de su infancia y adolescencia. Como culmen, representan antes sus"padres" -que no son más que meros actores contratados por ellos mismos- una pieza teatral donde el sadismo se combina con el lenguaje como arma arrojadiza. Una pieza teatral desmedida y sugerente, humilde discípula de la estética de Tomaz Pandur y un homenaje a los silencios perturbadores de Harold Pinter.