En este tiempo desterrado por el encierro, la soledad se retuerce acompañada de su aislamiento. El agobio de gargantas calladas en sus respiros. Luchamos huyendo de besos y abrazos. El espíritu dentro de una burbuja, y es que somos, burbujas que aprietan a otras burbujas, emociones prisioneras de grupos burbuja y burbujas de grupo. El cuerpo necesitando a otro cuerpo para su libertad. Ansiamos el aire para los sueños aplastados que urgen desplegar. Y así recobrar el cielo, que no es una mancha azul, es nuestro infinito. Tenemos aún fuerzas para seguir hacia adelante y alcanzar el deseo de ser libres, con alas extendidas para amar y volar cada día más alto.