35 FESTIVAL DE TEATRO DE MÁLAGA.
De ROCÍO MOLINA
El flamenco que propone Rocío Molina en Caída del cielo tiene algo de esencial, ahonda en sus raíces y al mismo tiempo lo enfrenta y colisiona con otras maneras de entender la escena y con otros lenguajes.
Caída del cielo es un alegato visceral, libre, doloroso y vital con el que Rocío Molina acentúa su apuesta por la ruptura de moldes y prejuicios y por la depuración de su lenguaje propio como bailaora y coreógrafa. La iconoclasta artista malagueña juega, se divierte y ríe y provoca descaradamente con una pieza que ha definido alguna vez como “un tránsito matérico por la celebración que es ser mujer”, una pieza de exigencia física extrema que surgió, dice ella, cuando empezó a sentir “una fuerza incontrolable que salía especialmente de los ovarios”. Caída del cielo llega mañana al 35 Festival de Teatro de Málaga con sus tres Premios Max de las Artes Escénicas en el bolsillo: en junio de 2017, las manzanas con antifaz diseñadas por Joan Brossa rubricaron la valía de Molina como Mejor Intérprete de Danza y de su obra como la Mejor Coreografía y la de Mejor Iluminación (para Carlos Marquerie).