XXXVIII FESTIVAL DE TEATRO Y DANZA CASTILLO DE NIEBLA
Rocío Molina con Niño de Elche.
El título hace referencia al proceso pictórico de coloración de la carne. Se trata de un trabajo que, desde una particular sensibilidad, realiza un recorrido abierto alrededor del deseo. Rocío Molina aborda las tensiones que el deseo produce, ya sea en la creación artística o en su forma más carnal, en una pieza en la que se encuentran la música sacra y la electrónica, la celebración de la fiesta, la represión y el placer íntimo de la atadura.
La obra, que cuenta con el acompañamiento y la coordinación artística de Julia Valencia, el diseño de vestuario de Leonor Cano y la iluminación de Carlos Marquerie, permite un lugar de encuentro entre la violencia, los cuidados y la ternura. Las posibilidades de baile y de voz invitan a abandonar etiquetas superficiales para comprender la capacidad de liberación de la danza en un mundo constreñido por el materialismo y la competitividad.
Así, en Carnación, conviven la ternura y lo salvaje, el caer y el levantarse, la pulsión sexual y la voluntad de trascendencia. Y, como el flujo psíquico que encuentra su liberación en el desorden de las repeticiones, vislumbra una forma distinta de amor en la aidez violenta del deseo.
Carnación muestra la capacidad del baile para desplegarse como una potencia pura. Demuestra, trascendiendo de nuevo etiquetas y lecturas reduccionistas, su capacidad para entender la creación como un espacio desde el que expresar lo aparentemente inefable, haciendo danzar los límites donde muchos artistas y pensadores no han podido sino detenerse.