Seguimos afirmando: Los sacamos con una cadenita de paseo, los enjaulamos, experimentamos con ellos, los explotamos, los cazamos, los cocinamos, acabamos con sus hábitats, los extinguimos, los abandonamos… Y encima, cuando queremos insultar, sin el menor reparo, vociferamos: ¡burro!, ¡reptil!, ¡cerdo!, ¡buitre!, ¡perro!, ¡besugo!, ¡víbora!… ¡animal! ¡QUÉ INGRATOS, VERDAD!