ROBERTO QUINTANA ES CISNEROS EN LA LÍNEA DE TIZA DE JOSÉ LUIS DE BLAS CON EUGENIO JIMÉNEZ Y CHIQUI GARCÍA
En el mes de septiembre del año del Señor de 1517, la flota de Carlos I de Habsburgo avista la costa española de Asturias. El Cardenal Cisneros, Regente desde la muerte de Fernando el Católico, solicita audiencia para entregarle los poderes. En el mes de noviembre, ya en Valladolid, el Rey recibiría la noticia del fallecimiento del Cardenal sin haberse llegado a producir el encuentro. Roa, en la Provincia de Burgos, apenas a 60 kilómetros de Valladolid. El Cardenal Cisneros, Regente de Castilla, prepara su entrevista con el futuro Emperador ensayando sus palabras con la ayuda de su Bufón, el Juglar Santillos...
El carácter irrepetible de su personalidad y excepcionales dotes para el gobierno de la Iglesia, así como de las instancias políticas que le fueron encomendadas a lo largo de su vida, nos han permitido visitar las poderosas reflexiones del Personaje en torno a sucesos principales y principios ideológicos, mediante un viejo juego teatral: el del poder con su contrario, entre el rey y su bufón, donde nuestro protagonista acabará por asumir ambos roles por la fatal voluntad del destino.
La ocasión para esta revisión de una vida singular, apenas transitada en todo caso desde las tablas, nos la prestó, en su estreno, el hecho de la celebración del Quinto Centenario de su muerte, así como otros acontecimientos o instituciones que convergen, a la vez que enriquecen, el retablo escénico: La Universidad de Alcalá de Henares, que Cisneros fundara en 1499 y por donde habrían de pasar a lo largo de los siglos, eminentes figuras como el teólogo Francisco Suárez, el humanista sevillano Elio Antonio de Nebrija, San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz o –entre muchos otros-, los grandes bardos del barroco español Lope de Vega, Calderón de la Barca y Francisco de Quevedo; como también la Universidad de Salamanca, donde Cisneros cursó estudios de derecho civil y canónico y que recientemente ha celebrado el 800 aniversario de su fundación. Del mismo modo, su confinamiento por seis años en la torre de Uceda, Guadalajara, por el Arzobispo Carrillo; su ingreso en la orden franciscana, donde Gonzalo de Cisneros dio paso al gran reformador Francisco de Cisneros; su cercanía a Isabel I de Castilla como Confesor Real; su decisiva influencia para la publicación de la Biblia Políglota; el levantamiento que su celo inexorable de reformador provocó en el Albaicín y las Alpujarras granadinos; la labor mediadora que llevara prudentemente a cabo entre Fernando II de Aragón y su yerno Felipe el Hermoso, ‘facedora’ de la Concordia de Salamanca; su labor como Gobernador General del Reino ante la incapacidad de Juana la Loca; sus funciones como Inquisidor General de Castilla, el arrojo en la conquista de Orán y su entereza como Regente de los Reinos de Castilla, León, Navarra y Granada, hasta la llegada a España de Carlos de Gante, futuro Emperador.
En el desarrollo de Cisneros. La línea de tiza jugará, asimismo, un papel articulador la Música y Canciones de un contemporáneo excepcional, Juan del Enzina, que comparte con nuestro protagonista una presencia decisiva entre la segunda mitad del ‘quattrocento’ y los primeros años de nuestro “cinquecento”