Una puesta en escena que narra el imparable avance de los nohorizontes que se levantan a partir de la anulación de otros horizontes. Un texto que reivindica el paisaje como sinónimo de existencia y supervivencia. Unas acciones que se resisten a ser sumisas y a no comparecer ante el terror de los nohorizontes, aquellos que construyen simbólicamente la realidad mediante barreras. Un imaginario que se pierde en las vivencias y en la voluntad de no olvidar, porque el olvido es lo que desean que deseemos para que no sigamos mirando por mirar, para que permanezcamos ante las pantallas tragando con la boca abierta todo lo que nos echen.