Subyace en "Cosas de niños" una mala leche patria. Esa mala leche, incomoda, sí, pero también provoca, ironiza, duele, avergüenza, empatiza y te puede hacer reír desde lo más hondo de las entrañas. Colocando al público frente a un espejo, un reality, un grupo de WhatsApp, debates y jerigonza, los protagonistas (Toño y Gonzalo) se convierten (o ya vienen convertidos de casa) en esas dos Españas irreconciliables en la teoría, y de abrazo y convidá en barra de taberna. ¿Qué mejor lugar que un colegio, para hablar, incluso gritar lo que se fue, lo que se es y lo que será? ¿Son Toño y Gonzalo dos niños, son adultos, son la conciencia? ¿Ángel o demonio? Hay un recreo de 75 minutos para averiguarlo, para reinterpretar, o para sacar propias conclusiones.