Martin Zimmermann da una vuelta de tuerca con su último espectáculo que nos plantea diversos interrogantes:
¿Qué preocupaciones asaltan al individuo en el seno de una familia? ¿De qué forma celebramos el amor o la violencia? ¿Nuestra mayor preocupación somos nosotros mismos? ¿Son los otros? ¿O son ambos?
La nueva creación del artista suizo pone sobre el escenario a una familia constituida por necesidad y llena de angustia. Uniendo sus fuerzas en una especie de no man’s land donde se amontonan las inmundicias de nuestro mundo moderno, individuos a la deriva llegan para desplegar y desarrollar su propia estrategia de supervivencia fuera de toda norma. El basurero es el medio en el que vive la escoria de la sociedad; donde los cuerpos y los materiales son abandonados y arrojados sin piedad.
Con este nuevo proyecto, Martin explora el tema de la pertenencia al grupo de una forma que marca, cada día más, nuestra realidad política y social: la alianza de naturaleza familiar entre los excluidos. Los personajes que pueblan el escenario podrían ser calificados de monstruosos o tragicómicos. Son seres en constante descompensación entre su parte humana y la naturaleza muerta, pero a la vez poseen una energía bulliciosa si evocamos el famoso cuadro de Brueghel, que representa una lucha festiva y caótica en la plaza del pueblo. En definitiva, una producción que gira en torno a la lucha de los personajes por su propia existencia.