Es un viaje de dos actores desencantados de la novela y de la literatura de Cervantes, pero en mímesis con ella, atrapados y condenados a vivir los famosos personajes y sus vicisitudes, entran y salen de la escena, hacen cómplice al público de las locuras del Caballero de los mil nombres, lo atrapan y desencantan con la misma fluidez para ponerlos frente al espejo imposible de una felicidad imposible. La condición humana, sus reflexiones sobre el teatro y la vida acompañan a los actores-personajes en algunas de sus mágicas y delirantes escenas del “libraco inalcanzable” hasta su ocaso inevitable, ese olvido, al que han sido condenados, por falta de atención y de cariño. “Entre memoria y olvido, transcurre nuestro destino, así es Sancho, apúntalo, yo me doy por jubilado y que seas bien hallado”