Y lo que aconteció después con su cadáver.
LA FUNDICIÓN PRODUCCIONES.
Un esperpento en clave de murga
La anécdota evoca aires del maestro Valle Inclán y sin intentar emularlo, cosa que podría ser pretenciosa, aprendimos de su propuesta estética y dispusimos los elementos dramáticos desde las murgas populares del sur, con aires de entremés, en una esperpéntica visión de los acontecimientos. Ejército, Poder Civil, Iglesia y clase dominante, se disputan un protagonismo que va desde lo cruento pero también ridículo, de un duelo a muerte (más movido por intereses partidistas que por la necesidad de los hechos), hasta sobre quién dispone y porqué los enterramientos. Todo ello no son más que anécdotas circunstanciales, la obra realmente trata sobre los que mandan, los verdaderos dueños del poder.
El auténtico duelo es el que se establece entre espadones, clérigos y poderosos. Como si de una burda pelea barriobajera se tratara, cada uno intenta imponer su criterio por encima de los otros, de utilizar las leyes y las normas a su servicio, del aquí mando yo y así lo dispongo, sin importar quién cae en esa refriega. A los demás sólo nos queda ser mirones y poder reírnos de ello. Es una historia del pasado pero que explica los comportamientos que le sucedieron.
El Marqués consorte de la tercera Marquesa de Pickman, Rafael de León y Primo de Rivera, humilla en público al capitán de la Guardia Civil Vicente Paredes, lo que lleva a este a retarlo a un duelo a muerte por unos rumores, coplillas y comentarios. Y a pesar de que las leyes civiles lo prohíben y lo desproporcionado de los contendientes, esta matanza se lleva a cabo. Después de muy diversos tira y afloja, El Ejército impone sus criterios y en ningún momento se ve sometido a la ley. Pero ahí no terminan los hechos: La Iglesia, pese a no disponer de la tutela y control del cementerio, impone por la fuerza la expulsión del cadáver del mismo y ayudado por la policía urbana lo traslada al cementerio civil. Las presiones, estrategias y esfuerzos de la población civil no sirven para nada. Dan igual las leyes a las que teóricamente todos estamos sometidos, los
que mandan de verdad, mandan, las violentan cuando lo estiman adecuado a sus intereses y no importa; “quien manda, manda y pelillos a la mar”.