El actor Antonio Campos convierte el espacio vacío en un acto teatral, valiéndose de una cámara oscura y atrezzo sobrio, música acertada para la ocasión y oportunos entresacados textos de las tres novelas cervantinas que se representan –El licenciado Vidriera, Rinconete y Cortadillo y La Gitanilla-, para fundirse en un todo donde gesto y palabra llenan ese vacío que conexiona tanto la retórica del buen decir del Siglo de Oro con argot y guiños al lenguaje actual y a la deconstrucción textual.
En definitiva no solo como escribió Cervantes que la intención de estas novelas era para encontrar momentos de distracción y entretenimiento, sino que también se ve reflejada la sombra del Quijote en esta genial representación que abandera la libertad como consigna, pues como dejó escrito Cervantes: “A esto se aplicó mi ingenio”.