En un mundo cada vez más deshumanizado, la búsqueda de un concepto debe subordinarse a la esencia del arraigo. Las labores de unos pocos son tradiciones que agonizan y que se deben preservar en la memoria. Elegidos generación tras generación, y acompañados de un eco especial, nacen los afilaores, individuos llenos de sonidos que nos transportan al pasado, a la niñez, al sabor de las cosas de antaño. Afilaó, afila mis botas, mi alma y mi corazón.