De MARÍA M. CABEZA DE VACA y ÁLVARO FRUTOS.
El experimento ruso del sueño es una pieza/experiencia en la que dos creadores de distinta generación y trayectoria se encuentran/encierran en un espacio delimitado y en un tiempo definido para experimentar, para investigar, a veces como científicos observadores y otras como conejillos de indias en manos del otro. La pieza es un dispositivo que permite a ambos intérpretes jugar a encontrarse y desencontrarse, a observar y ser observado. El experimento ruso del sueño sirve de excusa perfecta para reflexionar sobre la aceleración de la vida actual. Los dos afincados en Sevilla, ambos desarrollando miradas, acciones, movimientos… distintos, pero unidos en el deseo común de retarse “solos o en compañía de otros”, retar su creatividad… ¿cómo bailar “de una forma otra”?, ¿cómo apelar a su imaginario forzándolo a ir más lejos?, ¿cómo escribir con su cuerpo textos físicos que renueven la visión del espectador inteligente?… María y Álvaro, la primera, bailarina y creadora de largo recorrido, siempre sorprendente y el segundo, recién instalado con una compañía propia que comienza a ser reconocida a nivel nacional, ambos se encuentran sorteando las diferencias temporales, teniendo claro que la juventud solo es un estado de ánimo, una forma de estar en el mundo y que, por tanto, su colaboración artística tiene sentido y se produce en el mismo espacio artístico/temporal. Enriquecimiento mutuo y diálogo pues entre dos creadores andaluces con trayectorias distintas para contarnos El experimento ruso del sueño.“Investigadores rusos, en la década de los cuarenta, hicieron un experimento utilizando a prisioneros políticos. Se les prometió que serían liberados si accedían voluntariamente a ser usados como conejillos de indias. Se probaría sobre ellos un nuevo gas excitante que los iba a mantener despiertos un mes entero. Fueron encerrados en una habitación sin camas, con alimentos secos. Para observar el experimento se disponía de una ventana y varios micrófonos”.