Él y ella vivían ahí; bien… en la medida de la palabra. Compartiendo tiempo, en la medida de la palabra. Los dos soñaban, en la medida de la palabra. ¿Cómo te extrañas de que los sueños no te beneficien en nada, si siempre tienes que viajar contigo? Cargas con aquello de lo que quieres huír. Quizá debas cambiar de alma, no de muebles ni de clima. Todo esto es lo que Séneca define como “El Paraíso de los necios”, y este es el nuestro. El Paraíso…en la medida de la palabra.