Danny Zuko y Sandy Olsson. Un romance al final del verano. Los T-Birds y las Pink Ladies. Las chaquetas de cuero claveteadas. El pelo abrillantado por la gomina. El fast food. Las carreras de coches. El autocine. Las animadoras. Los conflictos de la adolescencia, la amistad y el amor. Frenchy y Rizzo…
A los 50 años -en 2021- de su estreno teatral en Chicago y a los 45 años de su versión cinematográfica en 1978, Grease, con su algodón de azúcar, su contagioso vitalismo y sus caderas siempre eléctricas y agitadas, ha dejado un rastro de buenas y pegadizas canciones, de coreografías inolvidables y de glorificación de una cierta juventud americana que ha ingresado con todo derecho en la gran enciclopedia de la cultura popular contemporánea.
Grease. El Musical nos devuelve al último esplendor del instituto Rydell High en los estertores de la América de finales de los 50 previa a la gran sacudida hippie de los 60. Y lo hace con un espectáculo arrollador y rotundo facturado por SOM Produce, la mayor compañía española productora de musicales, con el mismo equipo que triunfó en su adaptación de Billy Elliot. Un musical impactante lleno de coreografías acrobáticas que le devolverán el sabor de la película. Derrochando dinamismo y encanto. Con energía e inteligencia. Con una puesta en escena que solo le invitará a bailar.
Entre el 13 y el 17 de diciembre, con 8 funciones, en un atractivo programa familiar capaz de reunir a los jóvenes espectadores que en el 78 la admiraron en la pantalla de los cines con los adolescentes de hoy que se enfrentan y disfrutan de las mismas cuestiones atemporales que entonces -el amor, la amistad…-, vuelve Grease, si es que alguna vez se fue.