Delante de cada ser humano, suele haber una máscara… o varias.
Detrás de cada máscara siempre hay un ser humano.
Sobre cada silla del patio de butacas hay un ser humano escondido tras una máscara.
¿Hay más máscaras en el escenario o fuera de él?
El teatro contado desde el teatro; la vida contada desde la muerte y la muerte contada desde la vida.
La Directora, presa de las cuerdas con las que ella misma se ha atado por la represión social, es una víctima de su teatro al aire libre. Victoria siente por ella un amor platónico y puro y viene a llamar a la puerta de los teatros porque: “es a la puerta de los teatros donde hay que llamar, para que se sepa la verdad de las sepulturas; sepulturas con focos de gas y largas filas de butacas”. Pero Aurora (la Directora), a pesar de que ama en silencio a Victoria, se resiste por miedo a la reacción de su público: “¿Qué hago con el público si quito las barandas al puente?”.
Precisamente es un puente, entre el surrealismo de Lorca y el teatro antropológico andaluz, lo que tiende Miguel Ángel Santos para llevar su propuesta a escena.