Tres madres nos cuentan en primera persona como sufren los daños colaterales de otras victimas: sus hijos.
Tanto víctima como agresor cuentan con una madre que siente, que sufre, que aguanta poniendo al límite de sus fuerzas su corazón su fuerza, su tolerancia, su amor de madre…
La sociedad sigue su rumbo y no se fija en ellas, las madres, las que sufren en silencio, las que a veces callan para no hacer más grandes las heridas.
Las que cargan a sus espaldas el dolor y a veces las culpas, los reproches, las consecuencias, la impotencia, unas veces poniendo en riesgo su propia cordura, y otras tapándolo todo con su mejor sonrisa.