Las protagonistas son nada más y nada menos que Santa Justa y Rufina, las Santas Patronas de Sevilla que han decidido presentarse ante la ciudadanía sevillana con una curiosa reivindicación. Pero antes de entrar en materia cuentan su historia y los martirios a los que fueron sometidas, cuya descripción hace honor a su hombre. Sin embargo el público no para de reírse. Y es que todos esos datos no son más que un mero instrumento del que se sirven las hermanas para obtener su objetivo (que no podemos ni queremos desvelar), que tampoco es lo más relevante ya que la dramaturgia gira en torno a la condición carnavalesca de los personajes y su caracterización. Así, nos encontramos con una Santa Justa pusilánime, humilde y sumisa, mientras que su hermana es todo lo contrario. Partiendo de ese contraste, el diálogo entre ellas se sumerge en un discurso que conecta con nuestra realidad cotidiana y la idiosincrasia sevillana para, al más puro estilo chirigotero, reírse de nuestras tradiciones y de paso criticar a políticos y personajes relevantes.