La idea que ha movido desde el principio este proyecto es la de habitar los espacios que surgen de una obra escultórica. En esta obra, el objeto en sí no es lo que nos interesa, sino los huecos que hay en ella.
La sugerencia reside precisamente en lo que no vemos de la escultura. Y es de esos espacios vacíos de donde parte todo el lenguaje que proponemos. Un vano es un hueco libre por el que cruzar a otro lugar, o desde el que observar qué hay al otro lado del muro. Un vano puede ser por tanto una promesa, una pregunta, una decisión o un retrato. Un vano puede ser una puerta hacia fuera o hacia dentro.
Y vano es también lo ineficaz, lo inútil, lo inoperante, lo infructuoso. Cuántos pequeños pensamientos, vivencias o visiones cargadas de fuerza y de belleza permanecen en la intimidad de una persona quedando inadvertidas para la mayoría. Es ahí donde comienza nuestro camino, en ese espacio vacío, en ese pequeño momento intrascendente para el mundo, en el vano, en vano.