En este monólogo, el protagonista, al borde del abismo, se abre en canal confesando sentirse una cucaracha a la que, entre rave y festival, la vida se le ha escapado de las manos y su rumbo no conoce norte.
Su cuestionable y mermada salud mental le da para poner estas y otras tantas reflexiones encima de la mesa, una mesa negra y fría con restos de la noche anterior.