ZÍA. LA MALAVITTA
Una mujer, una actriz, se instala en el territorio de la memoria para narrar, en primera persona, los avatares de una heroína clásica: Medea. Y lo hace desde el recuerdo que le produce haber transitado por su cuerpo durante muchos años a través del teatro, y del sentimiento forjado, durante ese tiempo, por habilitar su piel y sus entrañas.