XX BIENAL DE FLAMENCO.
La Moneta.
Los flamencos sabemos que el flamenco no nace sino que se recrea a través de los tiempos, a través de las voces, a través de los hombres. Quién es quién o qué es dónde, poco importa si la presencia nos habla de verdad, si el eco lleva desgarro, si el cante sale de las entrañas.
Granada vive en sí misma tan prisionera, cantaba Carlos Cano, que sólo tiene salida por las estrellas.
Granada es una tierra íntima y cerrada, donde el mar está lejos, pero el agua es del cielo y de la tierra y de los hombres. En busca de está agua, llegaron los habitantes del desierto para encontrar el Paraíso, donde estuvieron ocho siglos (y algún tiempo más de convivencia). Así, Granada fue el último bastión de Al-Ándalus. Así Granada tiene la mirada hacia adentro, con un ojo rojo y otro verde, un ojo de fuerza y otro de esperanza.
En Granada no hay industria. Granada es una tierra de individuos y de talento. De Granada fue Federico y ahora es del mundo, de Granada fue Enrique y ahora es del mundo, de Granada fue Mario y ahora es del mundo, de Granada fue Carlos Cano y ahora es del mundo. Porque Granada vive en sí misma pero tiene las ventanas abiertas para que entre el aire entre visillos y celosías.
Por eso la zambra es de los árabes, la granaína es de Jerez y la soleá es de Triana; por eso la temporera es de los montes, los tangos son de la tierra y la habanera es imposible.
Granada tiene salida por las estrellas es una obra eminentemente granadina.