XX BIENAL DE FLAMENCO.
Cía. Rocío Molina.
En escena Lola Cruz y SILVIA PÉREZ CRUZ.
Tres mujeres en escena. Dos espejos que se reflejan y una madre. “Grito Pelao” es el placer del perfecto espectador voyeur, la oportunidad de ver a dos de los animales de escena más brutales de Iberia encima de las tablas. Y poder contemplarlas, para más inri, en terreno combustible y sin fijar. Y es verdad, es un lujo poder ver a estas dos grandes compartiéndose en escena, bailando y cantando juntas, que lo hacen. Pero ahí se acaba la mitomanía estática en esta obra.
Desde el principio, la pieza nos avisa que la apuesta es otra, que no se trata de venir a ver bailar a una de las grandes del flamenco, Rocio Molina, la que derribó con el zapateado más brutal el último muro y luego lo recompuso con brazos elípticos; y a escuchar a, Silvia Pérez Cruz, la cantante que supo emocionar al último escéptico de los hombres con esa voz que pareciera salir del fondo de la historia y que descubre una nueva afinación en cada canción. Es limitada la mirada mitómana sobre el arte y, en definitiva, sobre la vida.