GABRIELA CARRIZO / FRANCK CHARTIER / PEEPING TOM.
Es conocido, el origen de marca de Peeping Tom es una estética hiperrealista, sostenida por una escenografía concreta: un salón, un jardín y una cava en la primera trilogía, por referirnos solo a ella. Dentro de esos espacios los coreógrafos crean universos inestables que desafían la lógica del tiempo y el espacio. El aislamiento nos conduce hacia un mundo onírico lleno de pesadillas, de miedos y deseos en el que los creadores iluminan hábilmente la parte sombría del individuo y la comunidad. El espacio cerrado de las situaciones familiares es para Peeping Tom una importante fuente de creatividad. Esto es lo que ha llevado a la compañía a realizar su segunda trilogía -las dos primeras entregas ya vistas en El Central- alrededor de “ese asunto”.
Kind es la última entrega de la nueva serie y si Vader fue dirigida por Chartier, Moeder por Carrizo, ahora -parece inevitable- sus talentos se unen para compartir la responsabilidad de la nueva pieza.
El punto de vista del niño y el zum sobre su mundo interior y exterior constituyen la base de la producción. Las acciones están guiadas por la forma en que los niños perciben el mundo, por sus miedos y sus deseos. Los coreógrafos estudian cómo va cambiando el punto de vista de niños y niñas, engrandeciéndose y desarrollándose conforme va llegando a la adolescencia y a la edad adulta, con sus diversas elecciones, las presiones, los miedos, las dudas y los cambios físicos asociados; CÓMO SE TRADUCE ESTO EN GESTOS Y EN LENGUAJE CORPORAL.