Koffe es mi Purgatorio. Particular y eterno. Proyectado hacia un futuro continuo. Un lugar de olvido. Servir cafés.
En cuatro cafeterías repartidas por el mundo (Buenos Aires, Madrid, Tokyo y Jerusalén), trabajadores franquiciados se asfixian en establecimientos diseñados para usar y tirar.
En la cafetería de Buenos Aires, Germán, el mismo día que es despedido, enseña el oficio a Laura en su primer día de trabajo. En la cafetería de Madrid, Martina humilla a su compañera, Paula, síndrome de Down. En Tokyo, Fumiko y Ayumi intercambian sus primeras palabras desde que trabajan juntas y estas versan sobre la tristeza. Y Jerusalén. Acabamos en Jerusalén. Todo acaba en Jerusalén.
El tiempo vuela, se escapa entre café y café. Koffee es el lugar hacia ningún lugar.
Mi no-tiempo. Mi no-espacio, porque los espacios franquiciados, iguales en todos los lugares del mundo, son un no-espacio. Mi propio no-espacio. Mi no-tiempo. Mi no-Nada.
Mi propio Purgatorio particular y eterno.