LA EQUILIBRISTA.
Érase una vez un hombre y una mujer. Érase una vez el amor: besos, promesas, ilusiones, deseo. Entonces, el lobo del tiempo atraviesa el escenario con su media sonrisa. ¿Y luego? Quedan dos personas que en un tiempo se amaron, y ahora huyen de una casa a otra (paja, hojas y ramas, ladrillos) como si así pudieran recuperar el amor o la felicidad perdidos y, en esa huida, descienden al dolor más insensato. Por el camino, alcohol, canciones, insultos, besos, Hamlet, Ofelia, adulterios, aborto, traiciones, lágrimas, impotencia, sexo, ¿amor?
La casa ardiendo es una historia sobre la obstinación por aferrarse al amor. Esa obstinación no es casual: la vida es un descampado que tratamos inútilmente de llenar de significados y el amor nos da la ilusión de conseguirlo.