La obra es una propuesta poética sobre el saber quererse. Dos figuras en escena, apuntando una idea de polaridad y de viaje desde la muerte al amor. Donde acompaña la música, el músico, el sonido grave del viento en el metal. La desnudez responde a ese lugar de intimidad, donde ya no existen las preguntas. La belleza en la desnudez de lo que hay y lo que acontece. A veces lo sublime de una mano que toca e intercambia calor y sudor, y a veces quiere mal. Otras el ejercicio de ejercer el amor y sostenerlo. Se construye y se destruye, como el acto de la respiración. Es una danza de lo que entra en cada universo y que trata de engullir para vomitar algo nuevo. Dos personas que provocan el impulso de estrechar los lazos pero queriendo mantenerlos flojos para poder desanudarlos rápido.
La desnudez es un acto de muerte, como la exhalación, sacarlo todo para que empiece algo nuevo y al mismo tiempo la desnudez es construir con la ilusión de que esto era lo definitivo.
Podría leerse la obra de atrás hacia delante, donde aparece el viaje y el sentido de una unión sentimental. Una obra que va del negro al blanco, de un espacio cubierto a un espacio abierto.