El pintor Rafael, abrumado por un gran desengaño amoroso, buscó refugio en un convento de Cartujos, pintando, ahora, un lienzo para él mismo. Se trata de la Virgen de los Dolores, que, sin él quererlo, recuerda a la mujer que acapara su pensamiento.
Hay un duetto cómico entre Perico y Nicasia, en el que la muchacha le manifiesta sus proyectos matrimoniales con gran alborozo de Perico. Se presenta Dolores, la antigua novia de Rafael, con un hijo en los brazos, y que sufre ahora el desprecio del hombre que la sedujo.
Sigue un dúo entre Dolores y Rafael que le aconseja vuelva a su antigua relación, a lo que ella se opone con firme energía.
En el día de la fiesta de la Virgen Labradora, Rafael y Dolores sienten renacer el impulso de su antiguo amor y, llevado además por su espíritu de protección hacia el hijo de ésta, Rafael abandona el monasterio para el amparo de ambos.