Por la Compañía de Teatro Ludiligencia.
El tiempo parece detenerse, se diría que las horas se alargan cuando de lo que se trata es de resolver la poco estimulante gestión de dar sepultura a un ser querido. Sobre todo si es de noche y aún más si se está como Víctor y Julia, solos en una ciudad donde no han lugar los ritos y tradiciones que en ámbitos rurales marcan uno a uno los pasos a dar en tales trances. Y los empleados de la funeraria parece que no llegan nunca...
En "La espera" la muerte se vislumbra entre bambalinas, pues por su irreparable trascendencia sólo así le es dado “aparecer”, como ausencia. Mientras, en escena entran en liza maneras discrepantes de afrontar el momento postrero que es siempre de otro. Discrepan los supervivientes, los que continúan dentro del Tiempo, los que en “el mundo que morimos” quedan viviendo, con más o menos paciencia, siempre a la espera…