ISRAEL GALVÁN.
Ha dinamitado todos los clichés, ha domesticado su cuerpo hasta la extenuación, ha impuesto su singular trayectoria en todos los territorios geográficos, ha vuelto del revés los escenarios y plateas de los festivales y teatros más exigentes del mundo y ha conseguido que entendamos que no hay que negar la tradición para, desde ella, escribir la sintaxis del cuerpo de “una forma otra”. Israel es el embajador indiscutible de la danza española viva.
En esta fiesta nuestro artista ha decidido investigar una nueva forma de relación con el cuerpo a través de una pieza coral inédita. En la cima de su carrera, Israel se confronta con ocho artistas, cuatro bailarines y músicos atípicos tradicionales y contemporáneos, para poner en valor los orígenes del flamenco. Las fiestas de Sevilla, Israel las frecuenta desde que tenía cinco años. En esta creación, Galván se revela ante una determinada visión de la fiesta.
La fiesta nos llama la atención sobre detalles mínimos tales como el chasquido de los dedos o el castañeo de dientes. Ninguna fiesta se celebra sin su anti-fiesta, en la cocina, en un callejón o en un pasillo, en los margenes, en las fronteras, tras aquellos que bailan. Este circulo alrededor del astro es al que Israel ha querido esta vez prestar su atención.