OLIGOR Y MICROSCOPÍA.
UN VIAJE ÍNTIMO PARA 42 ESPECTADORES. UN PEQUEÑO ESCENARIO A ESCALA DE LAS COSAS QUE APARECEN Y DESAPARECEN POR MEDIO DE PARPADEOS UN TEATRITO-CINE DELICADO.
La melancolía del turista nos hace ver lugares que fueron o trataron de ser paraísos, como Acapulco, y poco a poco se transformaron en fantasmas, comidos por la decadencia, pero sin perder nunca su extraño fulgor. La máquina poética de la pareja hace desfilar fotografías, postales, juguetes, miniaturas, sombras chinescas, y músicas que brotan en susurros, al anochecer, con un poco de fiebre en las sienes. Objetos y medialuces de un verano desaparecido pero eterno: no llegas a saber qué es vivido y qué inventado por ellos. Una mezcla, probablemente. Galería de espejismos, dice Oligor. Paisaje sublimado, dice Larios. O como podría decir un eco de ambos, su mirada sobrevuela la infancia, cuando los juguetes vivían. Marcos Ordoñez, El País.