La Pasión es, sin lugar a dudas, una de las manifestaciones culturales más importante del pueblo de Casarabonela. Se escenifica en una secuencia continua en el tiempo y en su simbolismo religioso. Al renunciar a la escenificación paisajística, al rechazar con intención los espacios amplios, luminosos y abiertos (calles, campos, plazas…), al cambiar, en una palabra, el cielo por la bóveda, apuesta decididamente por una opción particular, distinta, cerrada sobre sí misma e interior: la Iglesia de Santiago como refugio espiritual de todo un pueblo.
El relato es de sobra conocido, nadie ignora el nudo, la trama y el desenlace. No se trata, por tanto, de guardar el secreto hasta el final, ni de mostrar las claves necesarias, ni tan siquiera de confundir. Es un acto evocador, conmemorativo. Tradición y rito. En esta crónica anual de una muerte anunciada, la forma mantiene un duelo importante con el fondo. Conocida la historia por todos desde la más remota infancia, fundida en la conciencia de las gentes, sería la manera de transmitir el mensaje y la aventura de representar la palabra lo que suscite el mayor interés.
Pasión turbulenta, austera en sus medios pero insólita hasta lo dramático. Plantarán en el centro una enorme y tosca cruz de madera, que simboliza el rito y lo absurdo de la guerra. La cruz, elemento de muerte como símbolo de redención y paz. A partir de este punto, se despliega una amplia serie de escenas cargadas de poético dolor alcanzándose unos niveles de calidad y verismo dignos del mayor de los respetos. Pasión desolada e impresionante que se recrea en mostrar el naturalismo de la mortificación y lo cruento. Una desesperada meditación sobre la vida, el amor y la muerte.