CIA.TEATRO CLÁSICO DE SEVILLA

Bajo la dirección de ALFONSO ZURRO

¿Y el piloto? Claro que también te acuerdas del piloto, ese piloto que gracias a la avería de su avión en el desierto del Sahara conoció al Principito. Pues no sé si sabes que él vuelve al mismo lugar año tras año con la esperanza de que regrese otra vez tan extraordinario personaje.

Y aquí empieza nuestra historia…

Porque un día, en lugar del Principito, aparece una niña. Una niña que también proviene de otro lejano y pequeñísimo planeta. ¿Quizá conoce al Principito? Pero no, ni conoce ni ha oído nunca hablar de ese tal Principito que tanto interesa y preocupa al hombre.

Y el piloto empieza a descubrir que las cosas son muy diferentes. Esa niña no es el Principito. El tiempo ha pasado, las cosas han cambiado… y si le costó llegar a comprender al Principito, a esta niña le parece imposible entenderla.

Ella, también ha visitado otros planetas, incluso ha pasado por algunos en los que estuvo ese Principito… Pero, ¿qué hace esa niña proveniente de un planeta minúsculo y lejano a la Tierra?, ¿Qué quiere?, ¿Qué busca? Pero sobre todo: ¿Qué queda de aquello que nos enseñó el Principito?

Palabras que se convirtieron en frases y que el piloto las lleva siempre presentes, inamovibles, grabadas a fuego: Eres responsable para siempre de lo que has domesticado… No se debe valorar a la gente por lo que tiene sino por lo que es… Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos… etc… etc…

El piloto quisiera que ella fuera un remedo del Principito. Pero eso es imposible, todos somos diferentes.

El piloto tiene siempre como referente al Principito, y aunque le explica lo maravilloso que era, sus ideas, sus palabras… la niña lo ve de forma muy diferente, considera que ese niño era más bien melancólico y tristón. Ella es más activa, decidida, divertida, inquieta y más interesada por la acción que por las palabras…