TITZINA
La Zanja nos presenta a un ingeniero de minas, Miquel, que va a una población de Sudamérica a instalar una explotación minera de oro. Allí se encuentra con un alcalde, Alfredo, y con una población con ciudadanos a favor y otros en contra de la explotación. A partir de aquí se produce un reencuentro de dos mundos y dos formas diferentes de entender la vida. Las ambiciones, oportunidades y consecuencias de la implantación de la mina marcan el futuro del pueblo y las relaciones entre los vecinos. Este hecho tiene un claro paralelismo con el encuentro de Francisco Pizarro, el conquistador de origen español, y Atahualpa, el emperador Inca, en el siglo XVI.
Según Titzina: cuando uno contacta con otra sociedad distanciada a miles de kilómetros, surgen las diferencias de lo cotidiano, de las formas de interpretar el mundo. Sin embargo, cuando prolongamos ese contacto aparecen en el otro las cosas reconocibles, detalles que creíamos exclusivos de nuestra cultura. ... La respuesta está en el tiempo pasado... Porque, en definitiva, hemos heredado las acciones de hombres sobre otros hombres y las influencias sobre el colectivo presente y futuro. La Zanja refleja el encuentro infinito que se repetirá una y otra vez entre dos mundos.