Dos personajes enfrentados, Bernarda y Adela. La vejez frente a la juventud, la fealdad y la hermosura, la frialdad y la pasión, lo negro y lo blanco, la mordaza y las alas, la muerte y la vida. Menos es más, menos personajes, menos tramas, menos adornos.
Más baile, más cante, Más Lorca, más espacio sonoro e iluminación, más sugerir, más provocar. Un concepto simple para un drama complejo y enmarañada.
El conflicto es sólo uno, la opresión o la libertad. Pero en él se encierra todo. Las pasiones humanas, los pecados capitales, lágrimas de amor y muerte…
Flamenco, Teatro y Humor con una estética propia, impactante y transgresora.
D. Antonio Mª Benavides es el marido de Bernarda Alba, que con su muerte detona la tragedia universal que todos conocemos. Es la primera vez que se pone en escena a D.Antonio Mª Benavides lo que permite reflexionar sobre cómo era Bernarda Alba antes de la muerte de su marido. Mané Solano lo resucita y, con humor y buen hacer, va contando la historia y dando paso a los personajes de Bernarda y Poncia, a las que da vida la actriz y cantante Paz de Alarcón, y a Adela, representado por la fuerza del baile flamenco de Asunción Pérez “Choni”, quien envuelve a los espectadores en una espiral de sentimientos que transitan entre la pasión más íntima y el temperamento, fuerza vital de aquellos que luchan contra lo previamente establecido. Adela muestra la desnudez de lo que el alma siente.
Cantes y bailes: taquillas, zambra, peteneras, tangos, seguiriyas… Un bastón de mando, puertas que se cierran, calor, opresión… Con risas y jaleos en el entorno de una taberna de pueblo en donde todo se sabe y nada se habla, pero todo se canta. En la voz escuchamos los pensamientos del pueblo y lo que pasa dentro de los pechos y bajo los techos.