En una casa suburbana, con un pequeño jardín, una familia de clase media afronta el paso de un año decisivo. A través de la metáfora material del transcurso de las cuatro estaciones, que condensarán el crecimiento y cambio de cuatro hermanos y hermanas y sus vínculos con su padre y su madre, el público asistirá al desarrollo de un organismo que mutará, se agitará y morirá, para seguir, siempre, incontenible e imparable, respirando y transformándose.
Con una gran contención, la pieza sigue explorando un tema constante en la imaginería de Bovell: la relaciones, las fisuras y los vínculos de las personas con la naturaleza. Con aquello que está más allá del conocimiento y del dominio humano. Aquello que, en suma, a pesar de nuestra ilusión del control, va trazando el transcurso de nuestra vida.