Durante la guerra civil que enfrentó a los ejércitos de Julio César sobre los pompeyanos al mando de Tito Labieno. Morían generación tras generación los hombres en el campo de batalla, mientras tanto, las mujeres, relegadas a un segundo plano, permanecían en sus casas criando a sus hijos y viendo a sus maridos cada muchos meses Harta de esta situación insostenible, una de ellas, decidió tomar cartas en el asunto, reunió a las mujeres de los dos ejércitos en Urso y provocó lo que ningún hombre jamás pensó que ocurriría. Las mujeres consiguieron dominar sobre los hombres, con la única arma que poseían: “ellas mismas”, declarando una "huelga sexual"